La importancia de saber elegir
- Felicitas de Zavalía
- 26 may 2015
- 3 Min. de lectura

Cuando leemos “la importancia de saber elegir” lo primero que nos viene a la mente es pensar que este artículo es sobre “la importancia de elegir bien”. Y no es casualidad que nos pase a todos lo mismo. Es una consecuencia del mundo en el que vivimos, que nos presiona a ser perfectos y a nunca equivocarnos.
Hay algo más importante que elegir bien, algo más básico. Y es SABER ELEGIR, bien o mal, simplemente elegir. ¿Parece algo elemental no? Pero no lo es, elegir muchas veces nos paraliza, nos hace sentir perdidos y desconcertados.
Nadie nace sabiendo elegir, es algo que se aprende. Y se aprende de la misma forma que se aprende a andar en bicicleta, hay que subirse, equivocarse, caerse y empezar de nuevo. El problema es que caerse de la bici está bien “porque estamos aprendiendo” pero elegir mal no, porque nunca es un buen momento para aprender a elegir. Cuando somos chicos, “porque somos chicos para elegir”, y a medida que crecemos el motivo va mutando de “muy ignorantes para elegir” a “muy inexpertos para elegir” hasta que terminamos en “muy viejos para elegir”.
Nunca es el momento para aprender a hacerlo, pero siempre tenemos que elegir bien. Siempre.
No es común que nos enseñen a elegir, a entender que en cada elección existe un “costo de oportunidad” y que eso está bien. A elegir confiando en lo que decidimos y no con culpa por lo que dejamos de lado.
En muchas culturas equivocarse es algo bueno, porque te permite aprender algo que no olvidas más. Algo para siempre. Y así tendría que ser, ya que sin la presión del fantasma de la perfección ¿cuántas cosas más nos animaríamos a hacer? ¿De cuantas cosas nos estamos perdiendo por no saber elegir?
Cuando tomamos conciencia de que nosotros tenemos el poder de decidir que muchas cosas cambien y que lo único que tenemos que hacer para poner en marcha cualquier cosa que nos propongamos es dar ese primer paso, el panorama cambia para siempre. Ya no es “culpa” de los demás, ya no “depende de otros” sino que somos nosotros mismos con nuestra decisión “de no elegir hacer algo distinto” quienes marcamos la realidad.
Todos los días tomamos decisiones. Elegimos despertarnos, elegimos estudiar, trabajar, irnos, quedarnos, todo el tiempo decidimos. Pero son cosas pequeñas, pequeñas decisiones que tomamos casi instintivamente, sin darles importancia, porque son de “bajo riesgo” y “necesarias”. ¿No son importantes? son muy importantes, pero como son “fáciles” no las valoramos, y el no valorar el poder elegir, aunque sea algo mínimo, termina produciendo que no veamos la potencialidad de nuestra capacidad para cambiar las cosas.
¿Cuándo vamos a dar (y darnos) la oportunidad de aprender a elegir? ¿A no tener
miedo a equivocarnos? ¿Y a aprender de ese error todo lo que se pueda para que nuestra próxima elección sea aun mejor? Depende de nosotros.
Depende de nosotros que nuestros hogares sean un ambiente de aprendizaje genuino, que las escuelas y universidades desarrollen la importancia de saber elegir y brinden la posibilidad de aprender haciendo. Una sociedad con ciudadanos capaces de elegir sin miedo al error y con la visión en la potencialidad de cambiar la realidad sin dudas es una sociedad que mira hacia adelante.
Depende de nosotros valorar cada una de nuestras decisiones. Depende de nosotros aprovechar cada segundo de nuestra vida y hacer que todo valga la pena. Depende de nosotros.
¿Qué vas a decidir hoy?
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