Locura o realidad
- Macarena Abdenur
- 29 jul 2015
- 4 Min. de lectura

En todo modelo teórico se plantean maravillas. Pero cuando vamos a la práctica, gran parte de esa locura ideal no puede volverse real por el simple hecho de que la realidad está inmersa en un contexto lleno de variables, situaciones, comportamientos sociales, ideologías contrapuestas, idiosincrasias limitantes. Toda realidad presenta un grado de complejidad que, a los fines prácticos, deben reducirse y simplificarse. Así, toda investigación posee parte de subjetividad y limitaciones, por lo que nunca se alcanzará una teoría completamente aplicable y efectiva.
Todo esto es completamente cierto, pero… también es cierto que con algo se debe comenzar, y ahí está la razón de la existencia de las hipótesis, de los estudios, de los investigadores, de la teoría.
En cada teoría, en cada científico, en cada investigación hay un objetivo claro y puro, el de generar una mejora, un cambio; el de alcanzar cierto nivel de progreso, el de entregar un beneficio a cierta porción social.
El punto está en tomar una actitud participativa, porque todos somos parte del modelo, y sólo unos pocos intentan mejorarlo.
Así nació el concepto de economía descentralizada, como una necesidad compartida donde las personas son las protagonistas en la definición de sus necesidades y en la elaboración de las propuestas para hacer frente a su propia satisfacción. Se está hablando de la búsqueda de “acciones transformadoras más cercanas a las necesidades actuales del desarrollo, desde una cooperación menos limitada por condicionantes políticos o económicos”.
Hoy en día, lo que se inició como “economía descentralizada”, va mucho más allá de lo que, en su momento, plantearon los economistas o especialistas en el tema; hoy en día, las bases y principios de esa teoría se convirtieron en el puntapié inicial de un episodio arrebatador sobre cualquier postura racional, hoy en día la descentralización es una realidad diferente a lo que se estableció en un principio, hoy en día existen acciones mucho más que transformadoras, protagonizando la nueva y polémica realidad, o más bien, la nueva locura mundial.
Se puede ilustrar a la descentralización económica como una moneda con dos caras: una representa la realidad, la necesidad del hombre de manejarse de una manera diferente, la capacidad de generar el cambio, la aptitud del ser humano de entregar a la sociedad todo aquello que aclama, y por otro lado, encarna la locura, siempre presente y necesaria, de romper barreras, de cambiar todo lo que conocemos hasta hoy, de ir mucho más allá de lo imaginable, de ejecutar algo tan brusco y tajante que cambiará por completo el modo de vida y desestabilizará organismos que se crearon como pilares de la economía de cualquier nación.
¿De qué estamos hablando?
Un fenómeno relativamente reciente, que está alcanzando su auge poco a poco, que cambiará el modo de vivir de todos los habitantes del mundo si se llega a implementar de manera efectiva, es la aparición de la nueva moneda virtual, el bitcoin.
El bitcoin es una divisa propia, basada en un protocolo abierto, lo que significa que cualquier individuo tiene la posibilidad de modificarlo y mejorarlo. Algo totalmente diferente a lo que conocemos hasta hoy, en una sociedad en la que los bancos y gobiernos controlan la economía. No se dependería de ningún banco central, se emitiría de manera continua, no existiría manipulación alguna ni devaluación de su precio, otorgando así a los usuarios el control sobre su dinero.
Las transacciones no son establecidas o almacenadas en ninguna base de datos y los usuarios no necesitan facilitar ninguna información personal, por lo que intercambiar bitcoins sería algo fácil, anónimo y seguro. Esto se lleva a cabo mediante un sistema denominado “cliente a cliente” (P2P) que, por una parte, supone un serio inconveniente al favorecer a una economía sumergida. Pero, por otro lado, tiene una ventaja y es que se evitarían los fraudes al prescindir la utilización de tarjetas de crédito o información personal.
Es una interesante alternativa de dinero, totalmente diferente a la que conocemos hasta hoy, y aunque nadie sabe si tendrá éxito o no, lo cierto es que está haciendo que surjan replanteos de muchas cosas que antes no se consideraban o se pensaban imposibles.
Vemos aquí dos situaciones contrapuestas protagonizadas por dos grupos de personas totalmente diferentes. Por un lado, especialistas más conservadores y alineados a los gobiernos mundiales que luchan por alcanzar un aporte positivo sobre su entorno que necesita de una sociedad participativa con el fin de lograr resultados aplicables y efectivos; y, por otro, un grupo mucho más reducido aún, que encabeza la implementación de esta locura para unos, realidad necesaria para otros.
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Podemos hablar mucho más de tantas tendencias y locuras reales que van surgiendo en la actualidad pero el objetivo de este espacio no es darles una clase de economía contemporánea. Es por esto que les dejo una conclusión personal que espero que resulte en el puntapié para muchos a informarse, instruirse, y comenzar a participar.
Muchas veces tratando de enfocarnos en cada una de nuestras vidas, en ganar el pan de cada día, en llevar al día una carrera, se deja de lado el interés por temas generales de gran importancia a nivel global y mundial, temas que, de alguna manera u otra, de un momento a otro, nos incumbirán, pues siendo individuos sociales tenemos una responsabilidad, no solo personal o sobre nuestros objetivos individuales, sino también económica, política y social.
Es por esto, que se debe tomar conciencia, se debe tomar el lugar que cada a cada uno le corresponde sobre un tema que nos toca a todos, debemos mínimamente informarnos sobre temas globales para poder participar de alguna manera.
En este caso, es el bitcoin, mañana será otro punto controversial.
Debemos cambiar de actitud, volvernos parte del cambio, generar el cambio y otorgar una cuota personal a fin de generar el desarrollo y crecimiento de nuestra nación y del mundo.
El mundo lo hacemos todos, asumamos esa responsabilidad.
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