Replanteando contextos

“Si hay mucho interés en la Responsabilidad Social, es que la Universidad está en crisis”, advierte François Vallaeys, filósofo francés.

El sistema universitario, ¿apunta a la formación de profesionales con conocimiento y percepción de los problemas sociales? Las universidades, ¿desarrollan la sensibilidad social en futuros profesionales?, ¿Podemos pensar en ingenieros sociales?

Éstas, y muchas otras preguntas nos obligan a replantearnos diversas cuestiones relativas al actual sistema de educación superior. La sociedad actual demanda, no sólo ingenieros para acompañar el proceso de reindustrialización en el país, sino también profesionales con compromiso social, decididos a trabajar activamente sobre realidades adversas. Sin embargo, es notoria la falta de predisposición de los recién recibidos de llevar adelante tareas que generen un impacto positivo directo y genuino en la complejidad de la estructura social.

Ante un panorama nacional donde las desigualdades, la pobreza, la violencia e intolerancia, el analfabetismo, el deterioro del medioambiente, entre otros flagelos, siguen siendo una realidad, resulta de vital importancia formar perfiles con capacidad de percibirlos y contribuir con acciones encaminadas a erradicarlos.

Analizando esta perspectiva, resulta impostergable empezar a debatir si realmente la formación de ingenieros en el país está a la altura de los requerimientos de su entorno y si se ha asumido un compromiso social real, estratégico y sostenible en el tiempo. Los planes de estudio deben ser discutidos y rediscutidos permanentemente, considerando que somos partícipes y actores de una época de continuos y vertiginosos cambios y que, por lo tanto, el sistema debe saber adaptarse a ellos y brindar herramientas para que los egresados sepan interpretar, e incentivar a que quieran comprometerse con las problemáticas sociales, en contrapartida con los sistemas tradicionales que aún hoy siguen vigentes, con los mismos métodos de enseñanza de hace medio siglo.

En ese contexto, en varios países del mundo, incluido el nuestro, se está manejando un nuevo concepto: el de la Responsabilidad Social Universitaria (RSU) que busca, básicamente, promover principios éticos y de desarrollo social y equitativo.

Ahora, ¿por qué hay personas con mayor predisposición a comprometerse con la sociedad que otras? Focalizando en el aspecto educativo, encontramos la respuesta en la falta de estímulo a la sensibilidad social en los alumnos.

El Ingeniero Industrial, en particular, tiene la característica distintiva de poseer un campo de acción amplio y una mirada más abarcativa dentro de la faz productiva de bienes y servicios y, sobre todo, desde el punto de vista organizacional. Pero es una realidad, que éste tipo de perfiles están un tanto alejados de desempeñarse en el ámbito social, ya sea involucrado de forma voluntaria en una ONG o realizando otro tipo de tareas con impacto directo en sectores desfavorecidos.

Actualmente, los planes de estudio de Ingeniería Industrial exigen como requisito curricular, en el marco de Extensión Universitaria, una Práctica Profesional Supervisada (PPS), en la que los alumnos próximos a recibirse desempeñan tareas vinculadas al desarrollo y gestión de procesos industriales, entre otras, constituyendo una prueba piloto de inmersión laboral, y complementando la formación teórica brindada por la institución, entendiéndose como una acción universitaria exógena, pero dentro de los acotados límites de la empresa y la industria.

Si. Éste es el único canal de vinculación Universidad-Sociedad que existe en la actualidad en nuestra carrera, donde no cabe duda de los beneficios y el agregado de valor a la formación del profesional que esto implica, al mismo tiempo que la considero indispensable; pero es muy discutible si verdaderamente los estudiantes universitarios están impactando de manera directa en la comunidad, y si se está bregando por estimular la sensibilidad social en los futuros profesionales.

Es inmensurable la cantidad de beneficios que su inmersión en problemáticas sociales podría traer aparejado. Hoy más que nunca, la sociedad está demandando profesionales con vocación de ocuparse de las problemáticas que atañen a la población.

Es momento de discutir si la Universidad está cumpliendo un rol protagónico en pos del desarrollo social, o simplemente está formando mano de obra calificada para empresas, con intereses privados y un poco alejados de los intereses populares. Se debe empezar a saldar esas deudas, impulsar el debate.

¿Es nuestro compromiso con la comunidad una base para el cambio o acaso una cuestión meramente discursiva?