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El título es lo de menos

  • Matías Salom
  • 15 jul 2015
  • 4 Min. de lectura

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Si te preguntara cuáles son tus mayores objetivos en el mediano plazo, ¿qué me contestarías? Para la mayoría de los estudiantes la respuesta es fácil: recibirse.

Una vez que nos recibamos todo está solucionado, ¿no?

Ya no habrá clases, así que tendremos más tiempo. Nadie te dirá qué estudiar, así que podrás elegir libremente. Conseguir trabajo nos abrirá la puerta a nuevas oportunidades… ¿no les suena conocida la historia?

¿No recuerdan haber pensado algo parecido cuando estaban terminando el colegio? Seguro dijiste: “Ahora voy a ir a la Universidad, pero lo voy a disfrutar porque yo elijo mi carrera”.

¿No han escuchado a personas con títulos y varios años más diciendo frases como “Cuando los chicos terminen el colegio”?

Siempre pensamos que después de esta subida llegamos a la cima, sólo para encontrarnos con que era un desnivel y que la cima está más arriba.

Esto no pasa simplemente porque tengamos que trabajar más duro. Sucede porque no somos coherentes con lo que queremos y lo que hacemos, entonces llevamos a cabo tareas que no son realmente efectivas para lo que queremos lograr.

Si queremos vivir de lo que nos gusta, tener tiempo para viajar o independencia financiera nuestro objetivo de mediano plazo está mal planteado. Un título no nos va a acercar a ninguna de esas cosas.

Conozco decenas de estudiantes brillantes que al recibirse sienten como si hubiesen sido disparados contra una pared. Pasaron años esforzándose sólo para descubrir al recibirse que en lugar de ser la meta final sólo se trataba de una nueva largada, ¡sólo que ya llevamos 5 años corriendo!

Todavía quedan sandwiches de la fiesta de egreso cuando empiezan las preguntas: ¿y ahora?, ¿qué pasa si no consigo algo que me guste?, ¿tengo que aceptar cualquier cosa?, ¿y qué pasa si no consigo trabajo?, ¿cuánto espero?, ¿cómo empiezo algo propio?

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Foto 1: ¿Qué escenario queremos para un martes a la mañana después de recibirnos? ¿Estar apurados y preocupados? ¿O relajados y confiados?

Hacernos estas preguntas antes de terminar la carrera deben llevarnos a revisar el objetivo que tenemos: ¿es realmente recibirnos?, ¿o es otro? Y si es otro, ¡¿cuál?!

Yo tuve la suerte de plantearme estas preguntas varios años antes de recibirme, y estoy profundamente agradecido a sus autores y las personas que me los acercaron. Sus respuestas me ayudaron a llegar al día de mi egreso con un trabajo estable y varias ofertas más. Mejor todavía, llegué con las herramientas necesarias para renunciar a mi trabajo, rechazar las ofertas y empezar un emprendimiento que me encanta (Superhabitos.com).

Deseo que al recibirte tengas la misma libertad y por eso quiero invitarte a que te hagas las mismas preguntas y consideres dos nuevos objetivos que te van a servir de guía para sacar el jugo de los años que se vienen:

Tu Misión y Visión Personal

Muchas veces “compramos” ideas ajenas de éxito y no frenamos a pensar bien qué queremos. Tal vez no te interesa tener un auto más caro pero sí poder viajar más. O tal vez te encantaría empezar un movimiento social y lo estás postergando porque otros te dijeron que de eso no se puede vivir.

Para esto podés hacerte un par de preguntas simples: ¿cuál es tu mayor objetivo en la vida? ¿qué significa “ser exitoso” para vos? ¿qué cosas te apasionan y harías aunque fuera gratis?

Tu capacidad de Aportar Valor

Un título universitario, un posgrado o un curso no son útiles en sí mismos. Nadie te paga porque tengas títulos. Tal vez un exceso de “papeles” pueda ayudarte a entrar a un trabajo, pero jamás podrás mantenerlo más que algunas semanas si no tenés lo que realmente importa: capacidad de aportar valor y solucionar problemas.

Por eso si puedes solucionar problemas tu vida está solucionada. Las personas con esta habilidad son buscadas desesperadamente por las empresas y si no encuentran un trabajo que disfruten por las actividades o condiciones, ¡pueden crear un negocio propio y vivir de lo que les apasione!

Detrás de cada materia en la Universidad está la posibilidad de aumentar nuestra capacidad de aportar valor, pero si nos concentramos sólo en aprobar nunca desarrollaremos esta parte de nosotros.

El secreto es vivir todos los días con dos preguntas en mente: ¿Cómo esto puede servir a otros? ¿Que problemas hay a mi alrededor que puedo ayudar a resolver?

Aprender con esta óptica nos ayuda a comprender mejor y nos lanza a la acción: no necesitamos el título para usar el conocimiento y ayudar en nuestro entorno.

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Foto 2: Hemos usado estas herramientas y preguntas en talleres por todo el país, ¡y no deja de sorprenderme el poder que tiene despegarse de paradigmas equivocados y poner la mirada en aportar valor!

El título es lo de menos, ¡así que manos a la obra!

Ninguna de estas preguntas sirve si sólo las lees. Es importante que busques tus respuestas y que cambies lo que haces día a día.

Al final, hay dos escenarios posibles:

A) Sigues haciendo todo igual. Te pones en la fila del cañon, festejas al recibirte y te estampas contra una pared. Tienes un título, y muchos problemas.

B) Te haces preguntas y vives las respuestas. Definís lo importante para vos, desarrollás tu capacidad de aportar valor y son realmente independiente. Podés encontrar un trabajo o crearlo.

Si elegís la opción “B”, tenemos un Kit Gratuito en Superhábitos que puede servirte. Está pensado quienes quieren emprender, y hay Guías que te ayudarán a mejorar tus objetivos y aclarar cuál es tu Misión y Visión Personal. Puedes usar las herramientas para sacar el jugo a tus años en la Universidad y también para inspirarte y crear un ensayo único para el SemEII, así charlamos en Salta en Octubre. Podés descargarlo completo (y gratis) haciendo click acá.

¡Saludos!


 
 
 

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